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En este episodio de Las 3 R’s Podcast, Nathaly Marcus comparte su inspirador viaje a la India, un destino que la llamó desde hace años y que finalmente decidió explorar sin expectativas. A través de su experiencia en el retiro espiritual de OSHO y el programa Born Again, descubrió el poder de la presencia, la importancia de soltar el control y el impacto del descanso en el bienestar emocional y físico. En este episodio, relata cómo este viaje transformó su manera de vivir, invitándonos a reflexionar sobre el arte de estar en el aquí y el ahora. El Viaje de Nathaly Marcus a la India: Un Encuentro con el Aquí y el Ahora Desde hace años, Nathaly Marcus sintió un llamado interno hacia la India. No era un deseo turístico, sino una necesidad profunda de conectar consigo misma. Este diciembre del 2025, finalmente respondió a ese llamado y emprendió un viaje sin expectativas, sin planear cada detalle, sin una búsqueda previa. Simplemente llegó y se permitió estar. Fue aceptada en OSHO, un centro de retiro espiritual, y participó en el programa Born Again (terapia meditativa). Se entregó a la experiencia dejando atrás su rutina, su familia y su mundo habitual.Se sumergió en un detox físico y emocional, desconectándose completamente del mundo exterior. Uno de los mayores descubrimientos que hizo fue darse cuenta de cuánto había estado viviendo en modo supervivencia, siempre alerta, respondiendo a las expectativas de los demás, buscando ser la mejor. Esa constante exigencia la había llevado a la ansiedad crónica, sin detenerse a preguntar por qué. En la India, por primera vez en mucho tiempo, tuvo el permiso de simplemente permitirse estar. Descubrió el placer de la presencia, de la belleza en los pequeños detalles que solemos dar por sentados. Desayunar en silencio, escuchar los pájaros, ver el sol sin prisa. La meditación dinámica de OSHO, que iniciaba desde las 5 a.m., le permitió liberar emociones atrapadas, soltar el enojo, la rabia, sin juicio, simplemente exhalando y dejándose llevar. Bailar sin importar cómo se moviera, sin preocuparse por el qué dirán, le dió una libertad indescriptible. La música y la danza formaban parte de la filosofía del día a día en el retiro: moverse, expresarse, sin miedo ni restricciones. Una de las experiencias más transformadoras fue reencontrarse con su niña interior. Se permitió jugar, reír, disfrutar sin culpa ni exigencias. Descubrió que el verdadero descanso del cuerpo y la mente ocurre cuando se permite estar presente sin distracciones. Al hacerlo, su sistema nervioso se recupera, la ansiedad se disipa y el equilibrio vuelve. India es un país de contrastes, un caos en orden. Su filosofía y cultura le enseñaron a ver la vida desde otro lugar, a aceptar el ruido y la imperfección sin que interrumpan su paz interior. También tuvo la oportunidad de hacerse un detox con un reconocido médico ayurvédico, quien la ayudó a restaurar su microbiota intestinal y devolver a su cuerpo su equilibrio natural. Al observar a las mujeres campesinas, siempre vestidas con seda, pulseras y su característico punto rojo en la frente, comprendió la importancia de la alimentación en su bienestar. Llevan una dieta mayormente vegana, basada en legumbres, vegetales y especias que nutren su cuerpo y les otorgan longevidad. Sin embargo, también vió la dualidad de la India, donde la malnutrición y la abundancia coexisten. Regresó de este viaje con una nueva conciencia. Ahora sabe que debe crear pausas en su vida, practicar la meditación con constancia y recuperar su resiliencia física y mental con amor y sin juicio. También quiere aplicar en su entorno lo que aprendió sobre el servicio en la India: “If you are happy, I am happy”. Integrar la gratitud y la presencia en cada acción, en cada detalle, en cada relación.

En este episodio de "Las 3 R´s Podcast", Nathaly Marcus y Valeria Stoopen nos presentan una reflexión profunda sobre el rol de las madres en la crianza y el desarrollo de los hijos. A través de sus experiencias y sabiduría, nos invitan a reconsiderar nuestra perspectiva sobre la vida, la independencia y el amor. En este espacio, nos comparten valiosas lecciones para ayudar a nuestros hijos a crecer resilientes, autónomos y conscientes de las consecuencias de sus acciones, mientras nos enseñan a nosotras mismas a vivir con autenticidad y gratitud. Redefiniendo el Rol de Mamá: Enseñanzas para un Crecimiento Saludable y Autónomo La vida no siempre es fácil, pero tampoco tiene que ser tan seria. Como madres, muchas veces nos enfrentamos a retos que nos parecen insuperables, pero si aprendemos a tomar una distancia saludable y a cambiar nuestra perspectiva, podemos darle la vuelta a cualquier situación. La clave está en reconocer que nuestras acciones tienen consecuencias, y con cada experiencia, estamos construyendo una trayectoria única que nos lleva a ser más fuertes y sabias. Como padres, es fundamental recordar que somos la figura de autoridad y amor en la vida de nuestros hijos. En un mundo lleno de dudas y presiones, debemos mantener las tres reglas no negociables que nos comparte Valeria: “Tú eres el papá/mamá, no soy tu amiga/o”, “Hay que aprender a poner límites”, y “El lazo afectivo entre padres e hijos debe ser constante”. Estas reglas no solo garantizan que nuestros hijos crezcan con una figura que los guíe, sino que también los preparan para enfrentar un mundo lleno de desafíos.  El miedo a que nuestros hijos se aparten de nosotros no debe llevarnos a intentar siempre quedar bien con ellos. A veces, al tratar de hacerlos felices, podemos generar niños “de cristal”, frágiles y poco tolerantes a la frustración. El amor maternal es invaluable, pero también lo es enseñarles a ser resilientes, a resolver problemas por sí mismos y a enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Esta es una de las mejores herramientas que podemos darles: la capacidad de adaptarse al mundo tal como es, no como quisiéramos que fuera para ellos. Es fácil caer en la queja, pero lo cierto es que lo que realmente importa es enfocar nuestra atención en lo que está bien. El bienestar no depende de lo que nos falta, sino de lo que tenemos. Si logramos valorar nuestras emociones y aprendizajes diarios, podemos ver cómo todo en nuestra vida tiene un propósito. La trayectoria que hemos recorrido nos ha llevado a ser quienes somos hoy, y cada paso nos enseña algo nuevo. La autenticidad es otro valor que debemos enseñar a nuestros hijos. Ser genuinos con nosotros mismos es la clave para vivir una vida plena. Los roles y personajes pueden cambiar a lo largo del tiempo, pero lo más importante es que nuestras acciones sigan conectando con la persona que realmente somos. El amor más puro y profundo es el de madre e hijo, pero también es cierto que nuestros hijos nos enseñan a crecer. Cada día nos dan nuevas oportunidades de aprendizaje. Fomentar la independencia y resiliencia en ellos es una parte fundamental de su desarrollo. No resolverles todo, no sobreprotegerlos, sino permitirles vivir sus propias experiencias y aprender de sus errores. Así, estarán mejor preparados para convertirse en adultos funcionales y responsables.

En este episodio de "Las 3 R´s Podcast", Nathaly Marcus y Nilda Chiaraviglio nos presentan una reflexión profunda sobre el autocuidado y la importancia de elegir conscientemente nuestro bienestar. A través de una conversación enriquecedora, abordan cómo la sociedad impone expectativas irreales sobre las mujeres y cómo podemos encontrar otra alternativa para vivir una vida más plena y auténtica. El Autocuidado: De la Exigencia al Bienestar Vivimos en un mundo que nos ha enseñado que "tenemos" que ser todologas. Desde pequeñas nos inculcan que debemos ser responsables, cuidadoras, exitosas, y a la vez, perfectas. Nos exigimos tanto que terminamos agotadas, atrapadas en un ciclo de autoexigencia y perfeccionismo que nos vuelve vulnerables. Y cuando no podemos con todo, el "no puedo" nos infantiliza, nos paraliza, nos hace sentir que no somos suficientes. La sociedad nos ha impuesto un sinfín de deberes y, sin darnos cuenta, los hemos aceptado sin cuestionar. "Tienes” que ser buena madre, buena esposa, buena trabajadora, buena hija, buena amiga. Pero, ¿quién lo dice? ¿por qué lo obedecemos sin cuestionarlo?. Cuando el "tienes que" se apodera de nuestra vida, dejamos de ser dueñas de nosotras mismas y nos convertimos en ejecutoras de mandatos ajenos. La clave está en transformar el "tengo que" en "yo elijo". Porque cuando eliges, te responsabilizas de tus decisiones, de tu bienestar, de tu felicidad. El autocuidado no es un lujo, es un acto de amor propio. No se trata de seguir reglas impuestas ni de cumplir con estándares inalcanzables. Es elegir lo que nos hace bien sin culpa ni miedo. La sociedad nos ha limitado con roles de género, haciéndonos creer que si nos empoderamos, debemos hacer “cosas de hombres”, o que los hombres deben actuar de cierta forma para ser “verdaderos hombres". Pero, ¿y si simplemente somos? Más allá de etiquetas, somos seres humanos en constante evolución. No hay un solo camino, hay infinitas posibilidades cuando nos liberamos de lo que nos impone la cultura del consumo y la comparación. Nos enseñaron a desear lo que no tenemos, a ver carencia donde hay abundancia, a compararnos y a sentirnos insuficientes. Pero la percepción de la abundancia está en nosotras, en valorar lo que tenemos, en fluir con la vida sin necesidad de controlar ni encajar en moldes preestablecidos. El bienestar es tanto individual como colectivo. No todas las personas eligen un mismo estilo de vida, y eso está bien. Pero vivir desde el disfrute, la presencia, la flexibilidad y la autenticidad nos permite sentirnos vivos. No se trata de dominar ni de someternos, de pelear ni de imponer nuestra verdad. Se trata de fluir, de elegir, de ser responsables de nuestro propio camino.

La alimentación ancestral no es una moda ni una dieta de temporada. Es un regreso a las raíces, una forma de conectar con nuestras tradiciones, nuestras culturas y la sabiduría de nuestros ancestros. Ellos sabían, sin el respaldo científico que tenemos hoy, cómo preparar los alimentos para aprovechar todos sus nutrientes. Cocían caldos, usaban grasas naturales no refinadas y seleccionaban los ingredientes que mejor se adaptaban a su clima y a sus cuerpos. Sin saberlo, estaban cuidando su salud de una manera que hoy, con la globalización, hemos perdido. Hoy en día, no tenemos tiempo para cocinar, y la alimentación se ha vuelto algo secundario. Hablemos un poco del maíz. Naturalmente, los humanos no estamos diseñados para consumir granos. Nuestro sistema digestivo no está preparado para digerirlos de manera eficiente, pero aprendimos a adaptarnos. Algunas culturas, como las de Mesoamérica, encontraron una solución: la nixtamalización, un proceso que convierte al maíz en un alimento más nutritivo y aprovechable para nuestro cuerpo. Sin embargo, hoy el maíz ha cambiado. En su mayoría, es transgénico, modificado genéticamente para aumentar su rendimiento, lo que lo hace aún menos reconocible para nuestro cuerpo. Además, el maíz es propenso a contaminarse con aflatoxinas, hongos y micotoxinas por mal almacenamiento, lo que lo convierte en un riesgo para nuestra salud. Aunque antiguamente se combinaba con alimentos como frijoles, manteca o aguacate para hacerlo más nutritivo, hoy en día, el maíz se consume principalmente en forma frita, con aceites refinados y poco saludables. La alimentación ancestral, tiene grandes beneficios para nuestra microbiota intestinal. Regresar a los alimentos no procesados y locales puede ayudar a restaurar el equilibrio de nuestra microbiota, eliminando los alimentos artificiales que invaden nuestras dietas modernas. Es importante recordar que nuestros ancestros comían de acuerdo a su genética y su entorno, lo que no solo mejoraba su salud, sino que también fortalecía sus defensas frente a las enfermedades. Comer alimentos locales, frescos y preparados de manera ancestral es una forma de fortalecer nuestra genética y mejorar nuestra salud en general. Hablando de alimentos tradicionales, los fermentos son esenciales. Un alimento fermentado es aquel que ha pasado por un proceso en el que bacterias benéficas desarrollan microorganismos que ayudan a nuestra salud. Esto es algo que nuestras abuelas sabían muy bien: todos los pueblos del mundo tienen al menos un alimento fermentado en su dieta, como el chucrut, el kimchi o incluso el pan y el vino. El problema hoy en día es que la comida moderna está excesivamente procesada. Ya no comemos la zanahoria que sacamos del suelo, llena de bacterias beneficiosas; ahora, la comida llega tan “limpia” a nuestros supermercados que carece de la vida que nuestros cuerpos necesitan. Esto contribuye a la reducción de la diversidad de nuestra microbiota, lo que lleva a problemas como la disbiosis intestinal, donde los patógenos tienen mayor probabilidad de proliferar. Aunque los probióticos comerciales ayudan, nada se compara con los fermentos naturales, que reponen nuestra microbiota de manera más efectiva. Por otro lado, el caldo de hueso es otro de esos alimentos ancestrales que no puede faltar en nuestra dieta. Este caldo es un verdadero superalimento, cargado de aminoácidos como prolina, glicina y glucosamina, que el cuerpo reconoce fácilmente y utiliza para mantener nuestra salud en óptimas condiciones. Cocinado a fuego lento durante varias horas, el caldo de hueso es medicina que nutre nuestra piel, huesos y articulaciones. Puede tomarse en cualquier momento del día y es perfecto para preparar guisos y sopas. A menudo, las personas piensan que la salud requiere de muchos suplementos caros y complicados. Pero la verdad es que no necesitamos complicarnos tanto. Si comemos bien, si volvemos a las bases de la alimentación ancestral, podemos evitar muchos de los problemas de salud que hoy son comunes, como las alergias o las enfermedades autoinmunes. A veces, solo necesitamos volver a nuestros orígenes para lograr la salud que buscamos. Regresar a comer como nuestros ancestros no solo es una forma de nutrirnos mejor, sino también de reconectar con nuestra esencia, con la sabiduría de quienes vivieron antes que nosotros. ¡Es hora de retomar las riendas de nuestra salud, una comida ancestral a la vez!

¿Te has sentido atrapada en un ciclo de dietas que no te lleva a ningún lado? No estás sola. Muchas mujeres, especialmente entre los 35 y 60 años, hemos crecido creyendo que la fórmula para una vida saludable era sencilla: hacer dieta, bajar de peso y alcanzar "la talla ideal". Sin embargo, esta narrativa está lejos de ser verdad. Las dietas no solo fallan a largo plazo; también dañan nuestra relación con la comida y con nosotras mismas. Biológicamente, nuestro cuerpo lucha contra las dietas restrictivas: reduce el metabolismo, aumenta el hambre y, eventualmente, nos lleva a recuperar el peso perdido. Este efecto yo-yo no solo genera frustración, sino también inflamación crónica y riesgos metabólicos. Un mito común es que el peso determina nuestra salud. Sin embargo, investigaciones recientes muestran que muchas personas clasificadas como "obesas" tienen una excelente salud metabólica, mientras que algunas con peso "normal" enfrentan enfermedades crónicas. Enfocarnos únicamente en la báscula nos hace ignorar factores más importantes como el manejo del estrés, la actividad física y la calidad de nuestra alimentación. Es fácil caer en la trampa de medir nuestro valor personal por nuestra apariencia, pero esta perspectiva afecta nuestra autoestima y salud emocional. Al centrarnos en estándares imposibles, perpetuamos un ciclo de autocrítica que impacta nuestra calidad de vida. Es hora de redefinir nuestro bienestar, empezando por reconocer que somos valiosas tal como somos, sin importar nuestra talla. El enfoque Health At Every Size (HAES)(Salud en todas las tallas), nos invita a abandonar las dietas y priorizar el bienestar. Este enfoque se basa en tres pilares: Respeto por la diversidad corporal : Todos los cuerpos son valiosos, independientemente de su tamaño o forma. Alimentación consciente : Escuchar las señales internas de hambre y saciedad, sin juicios ni culpas. Movimiento por placer : Disfrutar del ejercicio como una fuente de bienestar, no como una obligación. Es momento de cambiar el enfoque. No se trata de ser más delgadas, sino de ser más amables con nosotras mismas. Movámonos por placer, comamos con atención y respetemos nuestros cuerpos tal como son. Recuerda: tu salud no está definida por un número en la báscula, y tu valor no depende de tu apariencia. Juntas, podemos cuestionar los estándares dañinos y construir una relación más sana con nuestros cuerpos. Porque merecemos un bienestar auténtico, lleno de compasión y amor propio.